¿ASESINOS?... SI, ¡ASESINOS!
¿Qué añadir de nuevo, a la ingente cantidad de comentarios propiciada por los acontecimientos, que se suceden en Palestina desde el pasado día 7 de octubre ?
Muertos y más muertes que se añaden, se acumulan, minuto a minuto. Los asesinos están desbocados y sólo se puede esperar que les alcanza algún día el cansancio o el empacho... Mientras tanto, ¿Hay sitio para más palabras?
Y sin embargo algo habrá que decir para intentar alumbrar algún tipo de horizonte racional que permita detener la locura asesina. Con este objetivo, la primera pregunta que se me ocurre plantear es la siguiente:
¿Cómo se puede convertir, de repente, tanta gente en asesinos? Porque no hay duda de que cada uno de los miles de muertos ha muerto a mano de un asesino, amparado por algún "autor intelectual" que también se debe de denunciar como asesino, ya que ambos actúan con clara y decidida intención de matar... Y esta es la estricta definición de la palabra.
LOS HECHOS
UN PAR DE INCONGRUENCIAS
Para aplaudir de esta forma a unos asesinos convictos, ¿no será que estas comunidades aparecen como secuestradas, utilizadas y manipuladas, por unos dirigentes criminales, responsables de unas instituciones que presumen de ser democráticas, ya que todos, palestinos como israelís, ocupan sus puestos como consecuencia de algún proceso electoral? ¿O no? Vemos por tanto cómo, con aparente plena normalidad, el principio democrático se pone al servicio de los asesinos. Es una realidad que, no siendo desde luego nada nueva, merece sin embargo de ser señalada como lo que debería de ser una primera incongruencia, ya que: ¿Cuál es el valor de la democracia cuando sirve para aupar al poder a criminales asesinos?
Por otra parte estos asesinos, en particular los lideres, proclaman todos su inquebrantable fe religiosa. Tanto unos como otros revindican, entre otras, las enseñanzas de un tal Moisés, universalmente conocido por haber formulado diez "mandamientos divinos", entre los que se encuentra el quinto, que reza sencillamente: NO MATARÁS. ¡No matarás! les ordena su Dios... Entonces: ¿Porqué matan? ¿Cómo puede un creyente declarado actuar como un asesino? He aquí por tanto una segunda incongruencia, básica, suficiente para deslegitimar definitivamente tanto los numerosos creyentes como las diversas instituciones religiosas que amparan sus acciones. En efecto: ¿Cuál es el valor de la religión cuando sirve para ensalzar a criminales asesinos?
UN MOVIMIENTO NACIONALISTA E ISLAMISTA QUE RECHAZA LA EXISTENCIA DE ISRAEL
¿Quiénes son los milicianos palestinos que perpetraron la demencial masacre del día 7 de octubre?
La mayoría son jóvenes, veintañeros o treintañeros, han crecido bajo la ocupación israelí, entre sucesivos episodios violentos, viven condenados sin remedio a una vida en semi-libertad, sin otro horizonte posible que una constante humillación y una perpetua marginación. El odio, la rabia y la frustración, que está situación inhumana les produce, los predisponen claramente a cometer los actos propios de un asesino fanatizado.
Aunque fervientes musulmanes, no actúan por motivos estrictamente religiosos sino, ante todo, pretenden revertir la ocupación de los territorios palestinos por parte del estado de Israel. Pero no cabe duda que, a nivel personal, lo hacen sobre todo en un intento desesperado por dar algún sentido a su vida, convirtiéndose en héroes o mártires de la causa palestina... por medio del asesinato.
Sin embargo cabe preguntar a los que los instruyen: ¿Qué clase de estrategia enrevesada puede dar por válida semejante masacre, para lograr la liberación de unos territorios usurpados? ¿Cómo se puede pensar que provocar reiteradamente el terror de la población israelí puede servir para que está renuncie a vivir en Palestina? Después de casi un siglo de ocupación, de continuos enfrentamientos armados, de una multitud de asesinatos y de hechos violentos, solo han crecido el sufrimiento del pueblo palestino, la extensión del territorio ocupado por el estado de Israel y la arrogancia perversa de los dirigentes sionistas. La inteligencia parece aconsejar no empeñarse en una vía estéril, que sólo ha procurado resultados nefastos para cinco generaciones de palestinos, y buscar urgentemente una forma radicalmente nueva de asegurar un futuro digno para todos y cada uno de los habitantes de Palestina.
ISRAEL: UN "ESTADO DEMOCRÁTICO" LIDERADO POR ASESINOS
¿Quiénes son los soldados del ejercito israelí?
Para contestar a esta pregunta conviene tomar en consideración varias realidades.
Por un lado, es muy probable que no exista en el mundo algún país que no albergue una comunidad judía e Israel, cuya existencia se debe a la ideología sionista, es el único estado judío del planeta. Dentro de este marco, Tsahal se define como el ejercito de todos los judíos. De allí que sus efectivos provienen de cualquier parte del mundo. Todos acuden a Israel con la voluntad de "defender" su pueblo de los continuos ataques de unos "terroristas palestinos", que rechazan la creación, en 1948, de un estado que niega su identidad y sus derechos mas elementales.
Sin embargo es tiempo, para estos dirigentes sionistas, de reconocer que, 85 años después de la proclamación del estado de Israel, en ningún momento ha resultado ser un refugio seguro para el pueblo judío. La sociedad israelí siempre ha vivido, vive y seguirá viviendo, mientras no se resuelva el conflicto, bajo la amenaza de las acciones violentas de la resistencia palestina. La juventud está ampliamente militarizada, obligada a cumplir con un servicio militar de 3 años para los varones y 2 años para las mujeres antes de pasar a formar parte de la reserva. En el día a día y para la mayoría de la población, el sueño sionista de hogar seguro está resultando ser una auténtica pesadilla. La descomunal matanza que las fuerzas israelís están llevando a cabo en Gaza, lejos de conseguir los objetivos proclamados de acabar con Hamas y las milicias palestinas, no hace mas que reforzar el odio y el deseo de venganza entre una población palestina desesperada a mas no poder. Asombra al mundo entero el nivel de crueldad, de ceguera persistente y de creciente locura paranoica que embarga la mente de los dirigentes sionistas.
PERSPECTIVAS HISTÓRICAS
Como todo el mundo sabe, es la materialización del ideal sionista, la creación del estado de Israel, el origen de todo el conflicto que hoy en día presenciamos. La materialización de este ideal sobrevino en un momento histórico muy concreto, el final de la segunda guerra mundial y la consecuente revelación de la Shoah, el demencial holocausto desencadenado por el nacional-socialismo hitleriano. Estas circunstancias facilitaron en gran medida la aceptación, por parte de los círculos de poder internacionales, de los postulados sionistas de creación de un estado, "hogar para los judíos", en Palestina.
Sin embargo, esta realidad histórica enlace con otra, la del estatuto del territorio palestino, que se enmarca dentro del fenómeno colonial. Desde el siglo XVI, el territorio formó parte del imperio Otomano. Al finalizar la 1ª guerra mundial, en 1917, pasó a estar administrado por el Reino Unido, un país de sobra conocido por liderar una potencia colonial de primer orden: el imperio británico. Y en este caso muy preciso, conviene no olvidar que la expansión colonial británica fue sustentada en gran medida, durante todo el siglo XIX, por entidades financieras y comerciales muy ligadas a la comunidad judía británica como a las numerosas comunidades judías repartidas por el mundo. Como es sabido, el barón Rothschild, banquero oficial de la corona británica, fue, entre otros, un sionista convencido que compró tierras y bienes en Palestina, ya en la época otomana. Estas circunstancias históricas, que enlacen estrechamente sionismo con colonialismo, permiten entender porqué la creación del estado de Israel desemboco, inevitablemente, en un conflicto que sigue vigente.
SIONISMO Y COLONIALISMO, UNA MEZCLA EXPLOSIVA
Estos planteamientos resultan lógicamente inaceptables a esta altura del siglo XXI, como lo demuestra el rechazo generalizado que enfrenta, en la ONU, la política del gobierno del señor Benjamín Netanyahu.
La resolución del conflicto pasa necesariamente por un cambio radical de enfoque, por parte de los dirigentes sionistas, que suponga el abandono definitivo de cualquier método colonial. Más allá de la solución de los dos estados, técnicamente inviable y de dudosa efectividad para resolver de una vez toda conflictividad, es la construcción de un estado pluriétnico, que integre armoniosamente a las dos comunidades, judía y palestina, la única salida coherente para el actual conflicto. Es sin duda la sola solución inteligente, de cara al futuro, que tenían que haber considerado los sionistas de la primera hora, para tener, acaso, alguna posibilidad de éxito.
Para que este enfoque, que casi nadie contempla, prospere, es preciso un relevo generacional, en los liderazgos de ambos bandos, con un cambio radical de mentalidad que se traduzca en una firme disposición a enfrentar con valentía este reto. Y por mas que esta hipótesis parezca irreal, lo cierto es que no hay ni habrá otra manera de poner definitivamente fin al conflicto, sin considerar sus pormenores desde la incorporación de una perspectiva de futuro mucho mas amplia, planetaria, universal, que aboca al abandono definitivo, en cualquier territorio, de los nacionalismos políticos identitarios.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD PLANETARIA
EXIGE EL FIN DE LOS NACIONALISMOS
Mas que nunca, las continuas migraciones que sacuden el planeta ponen en evidencia la caducidad de los planteamientos de la ideología nacionalista en todos los países del mundo. Aferrase a ellos, como lo hacen con virulencia los sectores mas conservadores y reaccionarios en cualquier parte, no puede más que perpetuar conflictos sin solución alguna.
El lema "un pueblo, una nación", que sustenta la ideología nacionalista, surgida al final del siglo XVIII, no tiene validez con respecto a la realidad sociológica mundial del siglo XXI. En prácticamente todos los estados actualmente constituidos, la población no pertenece a un solo pueblo, una sola raza, una sola etnia. Por tanto, las instituciones no pueden estar monopolizadas por una parte excluyente de la población, aunque esta sea la mayoritaria o la históricamente establecida en el territorio. El principio de igualdad entre todos los habitantes, en cada país, debe de estar escrupulosamente respectado en todas parte, como principio fundamental de los derechos humanos universales.
Esta es una reivindicación que conoce muy bien el pueblo judío. Ya que si bien es cierto que, a lo largo de la historia, sus comunidades han sido perseguidas, no lo es menos que, en la actualidad, están perfectamente integradas en la sociedad de numerosos países. E incluso, en muchos de estos, sus miembros destacan por ocupar un lugar privilegiado en los círculos de poder. No pueden los israelís negar por más tiempo a los palestinos lo que el pueblo judío ha pedido por el, a lo largo de su historia. Por tanto, este cambio de mentalidad, el abandono de las tesis nacionalistas excluyentes, el reconocimiento de los legítimos derechos de todas las minorías, que se está dando progresivamente en todo el mundo, debe de darse también en Israel-Palestina donde, paradójicamente, una minoría judía intenta, desde hace un siglo, avasallar a una mayoría palestina.
Hay evidencias de una realidad incontestable: la pluralidad, la diversidad, la tolerancia, el respecto mutuo, fundamentan universalmente la riqueza, el bienestar y el dinamismo de toda sociedad. Y esto es precisamente lo que sucede con la sociedad planetaria que, a pesar de todo, avanza a pasos agigantados. Este hecho conduce a lo que el actual líder chino, el comunista Xi Jinping, ha planteado al mundo como "una comunidad de futuro compartido para toda la humanidad", contribuyendo de esta manera, significativamente, a una general toma de conciencia al respecto.
Solo cabe esperar un enfoque similar en los círculos de poder del bloque occidental capitalista, liberal, heredero de la ideología colonialista y auto-proclamado democrático. Una practica democrática al nivel mundial debe de traducirse por el abandono de actitudes coercitivas unilaterales para convertirse en políticas concretas, eficientes, destinadas a fomentar la cooperación, la convivencia, la coexistencia pacifica entre comunidades o entidades plurales y diversas.
Ha llegado la hora de asumir de que no se puede seguir tratando de resolver los problemas de convivencia entre grupos humanos con el uso asesino de la fuerza y socialmente destructivo de las discriminaciones. Este convencimiento que se extiende, poco a poco pero irremediablemente, entre la población del planeta, se tiene que trasladar pronto, con absoluta firmeza, a todos los mandatarios y gobernantes, en cada uno de los países. Las opciones militares tienen que desterrarse de la política, por completo y de una vez para siempre. Lo tienen que asumir todos los gobernantes, incluso los que consideran que pertenecen a un supuesto "pueblo elegido" por su Dios... Si existe algún "pueblo elegido", este no puede ser otro que el conjunto de la humanidad. No hay, ni habrá nunca, otro camino posible, para acabar para siempre con la funesta dictadura de los asesinos, que la humanidad, hoy en día, sigue padeciendo.
Vincent J.M. Biarnès