GUERRA en EUROPA
Algunas reflexiones desde el Taller de Arte Vimaambi
En el invierno de 2022, dos años después de la irrupción de la sindemia del Covid 19, el mundo se enfrenta a una nueva crisis global que vuelve a poner a prueba la construcción de la sociedad planetaria. La invasión rusa de Ucrania trae a la actualidad más candente la envergadura de las luchas geopolíticas que subyacen y tensionan un proceso de construcción que empezó en las últimas décadas del siglo XIX y en el que se sienten profundamente involucrados los artistas miembros de nuestra asociación.
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
1.1 / NACIMIENTO DE LA SOCIEDAD PLANETARIA
A lo largo del siglo XIX, se consagró el apogeo de la extensión colonial, aupada por la revolución industrial y protagonizada principalmente por países europeos: Francia, Inglaterra, España, Portugal, Holanda, Bélgica, Rusia, Alemania, Italia, Turquía y en oriente, por Japón.
En aquel siglo surgen los planteamientos intelectuales de una sociedad de dimensión planetaria, con la aparición de las primeras organizaciones internacionales, la mayoría de ellas ligadas al movimiento obrero y pacifista. Sin embargo podemos considerar que el primer embrión institucional fue la Corte de Arbitraje Internacional de La Haya, creada en 1899 por iniciativa del zar de Rusia Nicolás II y destinada a dirimir conflictos, obviando las opciones militares. En efecto, una corte de justicia puede considerarse como la primera institución constitutiva de una sociedad, que se deriva de una sistemática apropiación y consiguiente problemático reparto, de todos los recursos económicos planetarios, por parte de un puñado de estados con política expansionista
A continuación, veinte años más tarde, al finalizar la 1ª guerra mundial, la Sociedad de las Naciones (1919), fue la primera institución colegiada formal de la nueva sociedad mundial, creada por diversas élites políticas nacionales. Esta Sociedad nació por iniciativa de los EE.UU. de América, aunque su ingreso en la misma fue luego rechazado por su senado. Contó con un comité de 4 miembros permanentes: Francia, Inglaterra, Italia y Japón, llegando a reunir hasta 63 estados. Su principal objetivo declarado era evitar que se reprodujeran conflictos bélicos de carácter mundial, cosa que, a todas luces, no logró.
Veinte y seis años más tarde, después de una nueva guerra mundial, se creó la actual Organización de las Naciones Unidas (1945) que en la actualidad reúne a 193 estados miembros de pleno derecho y dos observadores. Consagró una nueva repartición de poder, significado con el otorgamiento del derecho a veto en el consejo permanente de seguridad, a las 5 primeras potencias del momento: EE.UU., Rusia, Francia, Reino Unido y China.
Estos 5 países encabezan desde entonces un proceso de construcción de una sociedad planetaria, que se caracteriza por enfrentamientos incesantes entre bloques y países con pretensión hegemónica, bajo diversos pretextos, entre los que destaca especialmente la voluntad de imponer, en todas partes, distintos sistemas políticos y económicos considerados como antagónicos.
1.2 / CREACIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA
A partir de 1958, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, crearon la Comunidad Económica Europea, a la que se fueron sumando paulatinamente la mayoría de los estados de Europa occidental hasta formar lo que actualmente se conoce como Unión Europea.
En sus inicios esta Comunidad fue esencialmente un pacto entre las élites de estos países para intentar dotar de más peso económico a las ambiciones globales francesas y ofrecer nuevas oportunidades a las élites alemanas e italianas derrotadas en la 2ª guerra mundial, con una provechosa colaboración para los tres estados del Benelux.
La tardía y siempre ambigua adhesión del Reino Unido a la Unión, que finalizó con el Brexit aprobado en referéndum en 2016, se debió en gran parte al potencial que este país sigue sacando de su antiguo imperio colonial – que se deriva, entre otro, de su relación privilegiada con los EEUU y con los países de la Commonwealth -, junto a la histórica desconfianza que siguen albergando las élites británicas respecto a las potencias continentales.
En la actualidad, la Unión Europea, que se encuentra en primera fila del conflicto bélico desatado en sus fronteras, parece abocada a una nueva crisis económica y social de consecuencias imprevisibles, sin que sus élites parezcan capaces de asumir en profundidad las verdaderas razones de tal situación.
1.3 / EL PAPEL DE LA OTAN
Los actuales acontecimientos derivan en su totalidad del final de la segunda guerra mundial y principalmente de la creación en 1949 de la alianza militar atlántica conocida como OTAN. Es una alianza militar impulsada en 1948 por algunos países europeos para hacer frente a la supuesta amenaza de expansión del comunismo, promovido por la Unión Soviética y los diversos partidos comunistas occidentales que lideraron la lucha contra la Alemania nazi.
Con la entrada de EEUU en la alianza, en 1949, este país se hizo cargo del mando militar integrado de la misma, creado en 1950, con el apoyo incondicional de los británicos, limitando progresivamente el papel de los demás miembros europeos en las decisiones estratégicas. Esta situación acabo por incomodar seriamente al gobierno francés del general De Gaulle que decidió retirar gradualmente sus fuerzas del mando militar conjunto entre 1959 y 1966, al tiempo que impulsaba la creación de la Comunidad Europea.
En el análisis de esta segunda observación, más allá del anticomunismo proclamado y compartido sin fisura entre los estados miembros, se sospechó que una de los objetivos principales que los EEUU imponían a la OTAN era perpetuar indefinidamente la división del continente euroasiático fomentando un continuo enfrentamiento entre Europa occidental y Rusia, como requisito indispensable a su afán hegemónico.
Esta última tesis se vio fortalecida en 1991 cuando colapsó la URSS y se desvaneció el peligro comunista en Europa. Algunas voces plantearon entonces la posible disolución de la OTAN, por haber quedado su cometido sin objeto. Sin embargo este hecho propició de hecho una expansión de la Alianza hacia el este, sin otros límites que las propias fronteras rusas. Mientras por otra parte, unos años más tarde, se fijaba oficialmente un nuevo objetivo, la lucha anti-terrorista, que justificaba una extensión de las actividades de la organización hacia oriente, Siria, Iraq, Irán y Afganistán, es decir a todo lo largo de la frontera sur de la extinta URSS, mas allá de los nuevos estados independientes de Asia central.
A pesar de un cierto grado de colaboración durante el mandato de Boris Yelstin y los primeros años del mandato de Vladimir Putin en la lucha anti-terrorista, la alianza militar occidental anticomunista, apareció pronto como una alianza militar decididamente anti-rusa y de hecho, el nuevo enfoque se tradujo en diversos actos destinados a socavar en muchos dominios, toda cooperación constructiva entre Moscú y Bruselas. Se alentó primero y se participó luego en la guerra civil yugoslava, se puso en duda la calidad democrática de la nueva sociedad rusa y se incorporó progresivamente a la OTAN los antiguos socios del pacto de Varsovia, en una estrategia de acoso sin fundamento lógico aparente.
Esta realidad innegable, que constituye sin lugar a dudas uno de los principales motivos del actual conflicto armado, como argumenta el gobierno ruso, es cuidadosamente obviada por los medios occidentales y cuando se menciona, se suele tachar de mero pretexto, destinado a justificar las diabólicas intenciones de Putin, tachado de nostálgico empedernido de la URSS, cuando no del imperio zarista.
Sin embargo, a pesar del regreso del gobierno francés a la estructura militar de la OTAN en 2009, resulta difícil entender qué provecho real pretenden sacar los pueblos europeos de su participación en esta alianza. Francia ha conseguido cierto apoyo militar en África y las élites militares de los demás países disfrutan con la sensación de pertenecer a unas fuerzas armadas relevantes, cosa que no puede proporcionarles sus modestas estructuras de defensa nacionales. Pero estos logros vanos de ciertas élites europeas no podrán nunca compensar las funestas consecuencias para los pueblos de la UE, del enconamiento de la situación frente a la Federación rusa.
1.4 / CONFIGURACIÓN DE UNA ÉLITE PLANETARIA
A nivel mundial, en la razón de ser de todas las élites nacionales, militares, económicas y de sus respectivas representaciones políticas, está presente la lucha por pertenecer a la élite planetaria, una élite en la que no pueden caber todas las élites locales, demasiadas dispersas, fragmentadas y heterogéneas.
Esta lucha por liderar la nueva sociedad solo se puede enfocar básicamente de dos maneras, inclusiva o exclusiva y en la practica, esta disyuntiva se traduce por un planteamiento estructuralmente flexible y multipolar o estrictamente hegemónico. Cada élite nacional tiene que situarse en el actual proceso de construcción, sea integrándose, en la medida de lo posible, en un polo único de poder, sea tratando de fomentar una convivencia pacifica y solidaria entre los diversos actores mundiales.
Este proceso de configuración de una élite planetaria es en esencia lo que se ha venido llamando proceso de globalización, abocado a engendrar un nuevo orden mundial. En la actualidad, estas luchas, derivadas del enfoque multipolar versus hegemónico que las sustenta, explican en su totalidad los mayores conflictos acontecidos a lo largo del siglo XX, así como los de los últimos años, cuyo postrer episodio es la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Es en este contexto que hay que situar los pretextos enarbolados para justificar todos estos conflictos y que, en realidad, tratan de enmascarar descaradamente las verdaderas motivaciones de los diferentes actores. Son exclusivamente luchas de poder, donde se usa la fuerza militar para fortalecer el potencial económico, mediante la sumisión de determinadas élites locales de menor rango. Un proceso muy similar al de la colonización, empleado en los siglos anteriores.
Por lo tanto, parece evidente que no habrá paz en el mundo mientras las élites mas poderosas no substituyen la lucha sin cuartel en la que están inmersas, por una colaboración, respetuosa de los intereses legítimos de cada una de ellas, con el consiguiente rechazo a toda pretensión hegemonista. Solo este cambio podrá evitar la perpetuación indefinida de la barbarie en la que actualmente sigue viviendo el conjunto de la humanidad.
2.1 / SITUACIÓN ACTUAL
Como resultado para el presente siglo, la lucha por el liderazgo de la sociedad planetaria tiene como protagonistas principales a cuatro polos de poder: EEUU, UE, Rusia y China, con la configuración de 2 alianzas estratégicas, entre por una parte los países occidentales (EEUU y UE) y por otra, las potencias orientales (Rusia y China). Y aunque el siglo XX pareció consagrar una hegemonía global de los EEUU, como consecuencia de la derrota del comunismo soviético, los dos primeros decenios del siglo XXI arrojan una constante erosión de esta hegemonía y una ascensión imparable de la China comunista en términos geopolíticos. Esta realidad es, sin duda alguna, el motivo principal de la actual intensidad de los conflictos en el seno de la sociedad planetaria, dentro del marco global de enfrentamiento con finalidad hegemónica.
Sin embargo estos conflictos mayores entre las élites no son los únicos conflictos que asolan a la humanidad. De ellos se derivan un recrudecimiento de diversos conflictos sociales, nacionales y locales, que ponen en evidencia la profunda brecha que, en todas parte, separa los gobernantes de sus gobernados.
Y queda todavía por demostrar hasta que punto las leyes reflejan efectivamente la expresión de la voluntad de una mayoría de los gobernados, tanto en los sistemas democráticos como autoritarios. Mas aún, la evidencia permite afirmar que en ambos sistemas, una inmensa mayoría de los gobernantes no cumple a menudo con las obligaciones que les imponen sus propias disposiciones jurídicas. Este hecho es particularmente patente en el ámbito de las leyes internacionales destinadas a regir la sociedad planetaria.
2.2 / GOBERNANTES y GOBERNADOS
El alejamiento, ahora tan evidente en la mayoría de los países, de los gobernantes, que representan a las élites, de los problemas reales de los gobernados, es un sentir común a todos los pueblos del planeta. En todas partes los gobernantes no actúan, de hecho y con prioridad, para facilitar la vida de sus gobernados sino para obtener, mantener y afianzar, su puesto en el seno de la élite mundial.
Todos proclaman que su política exterior busca fortalecer el prestigio del país y se da por obvio que a mayor prestigio internacional, mayor bienestar social. Así, las luchas geopolíticas determinan, a la postre, sus verdaderas prioridades, muchas veces para desgracia de los pueblos. Sin embargo, ningún gobierno admitirá esta realidad y justificará siempre sus decisiones mas polémicas, que pueden llegar hasta el asesinato, parapetándose en lo que se denominan "razones de estado" o "interés nacional".
Todo gobernante teme el rechazo de sus gobernados y la consiguiente pérdida de poder que le puede acarear. Por tanto cada élite política tiene primero que asegurar y fortalecer su control sobre sus gobernados para poder usarlo útilmente al nivel planetario.
Para este fin se sigue utilizando los tradicionales medios de dominación, como el uso exclusivo de la fuerza, los sentimientos religiosos o la exaltación nacionalista, e incorporando nuevos y disimulados medios, facilitados por la dimensión global de la nueva sociedad planetaria, más sutiles y aparentemente inofensivos, ya que tratan todos, básicamente, de entretener indefinidamente la mente de las personas, con futilidades y falsificaciones, valiéndose de un uso propagandístico masivo de los medios de comunicación.
Esta dualidad resulta muy efectiva y se aplica a muchos niveles. Para los gobernantes resulta provechoso seguir entreteniendo sus gobernados con problemas y polémicas locales, sin relevancia a nivel global, con burdos argumentos y claras manipulaciones. Así, dentro de cada élite, los líderes siguen defendiendo públicamente posturas, credos e ideologías en las que no creen, solamente porque les proporcionan el liderazgo que le es imprescindible para seguir en su lucha a nivel planetario. Cohabitan, y a veces se confunden, con los heraldos de la nueva sociedad que le dan la réplica y pretenden atraerse el favor de las mentes más favorecidas.
También, por supuesto, se mantiene este ya falso antagonismo, protagonista del siglo XX, entre derecha e izquierda, entre liberalismo capitalista y democracia socialista, entre capitalismo y comunismo, ahora presentado como alternativa entre democracia o autocracia.
2.3 / DEMOCRACIA VS AUTOCRACIA
Como hemos visto, esta división queda reflejada en el seno del grupo de los 5 grandes. La renuncia de Rusia al sistema socialista parece haber dejado el régimen chino como único defensor de las virtudes del comunismo, lo que no impide al gigante asiático acceder paulatinamente al puesto de 1ª potencia mundial y seguir escenificando una alianza con Rusia para frenar los abusos de occidente.
En consecuencia los gobernados se enfrentan entre ellos por estos conceptos binarios, en sociedades occidentales políticamente llevadas al bipartidismo, donde los gobernantes de ambos bloques pueden dedicarse a lo que verdaderamente importa: mejorar y afianzar, en el escalafón planetario, el puesto correspondiente a la élite que representan. En las sociedades más autoritarias las élites tratan de imponer el pensamiento único y la persecución sistemática de toda disidencia.
Como comprenderemos fácilmente, el reparto de poder en el seno de la sociedad planetaria es el problema nº1 de toda élite nacional y su resolución no tiene nada de evidente mientras uno solo de los actores lo siga planteando en términos hegemónicos. Las armas de cada contrincante, de cada estado, se despliegan básicamente en 3 ámbitos: su potencial militar, su potencia económica y su proyección cultural, apoyada en el poder mediático.
No por casualidad los 5 grandes son los 5 mayores fabricantes de armas del planeta. No son sin embargo las únicas grandes potencias económicas: Alemania y Japón, los perdedores de la última guerra, han alcanzado mayor peso económico que Francia e Inglaterra.
Pero hay un hecho incontestable: los EEUU han demostrado, hasta la fecha, que no están dispuestos a renunciar al liderazgo militar, económico y hasta cierto punto cultural, conquistado en las dos guerras mundiales. Lo han demostrado siendo el instigador del 80% de los conflictos bélicos acontecidos en el mundo desde aquel año 1945, en el que fueron el primer y único país, hasta ahora, en emplear el arma nuclear contra población civil. Y lo siguen demostrando ahora con su actuación en el marco del conflicto en Ucrania. En cuanto a proyección cultural, los EEUU parecen mantener, de momento, una cierta ventaja como defensores mediáticos de las virtudes de una supuesta libertad individual de emprendimiento, atribuida en exclusiva a su sistema político bipartidista.
Sin embargo, más allá de la propaganda que difunden tanto los medios rusos como los del bando occidental, conviene no perder de vista la perspectiva histórica, que acabamos de esbozar, en la que se inserta la actual situación bélica. Y en particular, la incompatibilidad manifiesta de dos enfoques de construcción de la sociedad planetaria, multipolar o hegemónico dónde, curiosamente, los países "democráticos" parecen respaldar el hegemonismo y los países "autoritarios" el multilateralismo.
2.4 / UE vs FEDERACIÓN RUSA
Desde esta perspectiva, se puede considerar que los últimos acontecimientos suponen un éxito clamoroso de la estrategia hegemónica de EEUU. La división reinante entre Rusia y sus vecinos de Europa occidental nunca ha sido tan brutal. Ni siquiera cuando pretendían defenderse del peligroso avance del comunismo la ruptura llegó a ser tan absoluta como lo está ahora con la Rusia de Putin. Es de suponer que acontece para mayor satisfacción de los estrategas del Pentágono, de los círculos de poder que lo sostienen y por supuesto, del lobby de la industria armamentística del país.
Claro está que esta satisfacción no puede ser compartida ni por Rusia ni por los países de la UE y menos todavía, obviamente, por el pueblo de Ucrania que es la victima inmolada en este conflicto. El continente europeo está deshecho pero sin embargo la menguante posición hegemónica planetaria de EEUU se ve temporalmente reforzada en el tablero mundial, con el debilitamiento forzado de dos potencias rivales, militares y económicas, como son respectivamente la Federación Rusa y la Unión Europea.
Todos estos acontecimientos, de cuya realidad parecen estar mucho más conscientes los dirigentes rusos que los propios europeos, han propiciado un estado de virulencia propagandística entre los medios occidentales que se asemeja objetivamente al que prevalece en Rusia y coloca los derechos a la información de los ciudadanos de los auto-denominados estados democráticos, al mismo nivel que los de los estados señalados como autoritarios. En ambos bandos imperan la desinformación, la manipulación y la censura.
Frente a esta situación de crisis aguda, nuestra opinión es que corresponde a la sociedad civil, a los artistas e intelectuales, conscientes de todo lo expuesto anteriormente y en consecuencia desligados de cualquier circulo de poder, militar, político, económico, religioso o mediático, el deber de elaborar, expresar y difundir una orientación constructiva para el futuro del conjunto de la sociedad humana planetaria.
3. ¿Y AHORA QUÉ?
3.1 / GLOBALIZACIÓN INEVITABLE
Como hemos visto, por primera vez en la historia de la humanidad, el siglo XX ha contemplado el nacimiento y desarrollo de instituciones de una sociedad de carácter planetaria, que se superponen a las instituciones locales y que están llamadas a regir, tarde o temprano, la vida de la totalidad de los seres humanos que pueblan el planeta. Y este proceso no tiene vuelta atrás.
Este hecho inaudito surge de un parto especialmente violento, marcado por dos guerras, adjetivadas precisamente como mundiales, y prosigue hasta la actualidad con conflictos incesantes protagonizados por unas élites inmersas en una permanente guerra sin cuartel. El proceso de consolidación de esta sociedad mundial, la globalización, ha sido comentado por una infinidad de analistas, en todos los idiomas, casi siempre en sus aspectos parciales, sea para ensalzar sus fines, sea para advertir de los numerosos peligros que encierra para el futuro de la raza humana.
Pero, como sucede en toda sociedad, el juicio que se puede portar sobre ella, depende mucho del lado desde el cual se la considera; si desde el punto de vista de los gobernantes o desde la perspectiva de los gobernados. A cada uno corresponde distinguir entre los intereses de unos y de otros, lo que en la practica viene a decir: elegir entre disputa y dialogo, entre guerra y paz.
La relación entre gobernantes y gobernados ha sido históricamente profundamente conflictiva en todas las sociedades, excepto en raros y fugaces momentos en los que los primeros han recibido la adhesión mayoritaria de los segundos. Este hecho suele suceder en los periodos llamados revolucionarios, en los que los gobernantes de turno son bruscamente substituidos por unos nuevos, destinados a acabar, de una vez por siempre, con la tiranía. Y es precisamente lo que ahora urge conseguir para toda la población mundial: librarse de la tiranía ejercida sobre los pueblos por las distintas élites en sus encarnizadas luchas de poder.
La historia, como el tiempo que la sustenta, nunca se para y la protagonizan los pueblos que, en este principio del siglo XXI, impulsan el proceso de construcción de la sociedad mundial. Es una realidad innegable que exige una atención primordial si queremos decidir el futuro que puede o debe esperar realmente la humanidad, de este proceso en marcha. Es decir, tenemos que contestar con urgencia a la pregunta: ¿Cuál ha de ser el nuevo orden mundial que regirá la sociedad mundial del mañana?
3.2 / "NUESTRA PATRIA ES EL MUNDO, NUESTRO PUEBLO LA HUMANIDAD"
Esta frase es un lema, atribuido históricamente a la tradición política anarquista, que define los planteamientos que rigen las actividades y el espíritu de nuestro Taller de Arte Vimaambi. De ella se deduce una condena sin paliativo de cualquier tipo de nacionalismo excluyente, ese tipo de nacionalismo agresivo que suelen explotar todos los gobiernos de los estados establecidos para afianzar su poder sobre los pobladores del territorio que les compete y que es el que arrastra la adhesión popular en todos los conflictos armados, económicos o mediáticos.
Este último hecho, fácilmente comprobable, es particularmente evidente en la vida política de cada uno de los 5 países que conforman el núcleo duro, con derecho a veto, del consejo de seguridad de la Organización de Naciones Unidas: EEUU, China, Rusia, Reino Unido y Francia.
Entre los países aliados de EEUU, Reino Unido y Francia con toda la Unión Europea, se proclama la convicción de pertenecer al bando de unas naciones democráticas que "no tiene más remedio" que oponerse a las naciones autoritarias representadas por Rusia, China y sus respectivos aliados. Estos últimos por su parte aducen la necesidad ineludible de defenderse de los abusos hegemónicos del bloque occidental, heredados de la época colonial.
En esta absurda oposición, con permanentes tintes de confrontación competitiva, culminan las divisiones geopolíticas del siglo XXI que amenazan y se oponen a una construcción sosegada, justa, racional, de una sociedad planetaria armoniosa por parte de los 193 estados formalmente independientes miembros de la ONU.
3.3 / EL PAPEL DE LA ONU
Esta última organización se encuentra lógicamente en el centro del protagonismo institucional para lograr una convivencia estable entre las naciones, cosa que de momento parece incapaz de realizar. Para estar en condiciones de hacerlo es del todo precisa una profunda reforma de sus estructuras y funciones, que solo puede llevarse a cabo desterrando sin matices la lógica imperante de la confrontación para substituirla por una cultura universal de colaboración solidaria entre los pueblos. Es decir, sencillamente, la ONU tiene que CUMPLIR con el artículo 1 de su carta fundacional.
Entre las muchas reformas a plantear están:
1/ suprimir el privilegio de los vetos e implementar un sistema de representación ligado a cuotas demográficas.
2/ otorgar un carácter vinculante a las decisiones de la asamblea.
3/ promover y liderar la necesaria desmilitarización global, estableciendo procesos de reestructuración de todas las entidades militares del planeta y su integración en los organismos de seguridad propios de la asamblea.
4/ emprender la racionalización sostenible de todas las actividades de carácter económico, basándose en la complementariedad, la cooperación y la autosuficiencia de los territorios.
5/ fomentar la promoción decidida de una cultura del dialogo y del consenso a todos los niveles, locales como globales, bajo criterios universales de igualdad de derechos y de rechazo hacia el uso de cualquier tipo de violencias.
Estos 3 últimos puntos cubren tres campos de acción fundamentales, correspondientes a los tres ámbitos que alimentan todos los conflictos: militar, económico y cultural. Y es responsabilidad exclusiva de la ONU conseguir alcanzar estos objetivos, en coordinación permanente con la sociedad civil planetaria, en contra de toda pretensión hegemonista de cualquier élite.
A este fin se antoja necesaria la aparición de nuevos liderazgos, que asumen con firmeza estos planteamientos, en cada estado miembro de la ONU y principalmente en los 5 naciones con actual derecho a veto.
3.4 / EL PAPEL DE LOS GOBERNADOS
En este contexto, el papel de la sociedad civil, como genuina expresión de la voluntad popular de los gobernados, parece fundamental para llevar a los gobernantes a renunciar sin paliativo a los planteamientos competitivos, basados en un uso perverso de los sentimientos nacionalistas y prácticas capitalistas.
En todas partes, los gobernados, los pueblos, ansían ante todo y con absoluta prioridad "poder vivir en paz". Están hartos de ser utilizados y manipulados para servir los intereses espurios de unas élites nacionales siempre dispuestas a sacrificar su bienestar y su prosperidad, cuando no su vida misma, como ocurre ahora mismo en Rusia o Ucrania y en un sinfín de países envueltos en conflictos armados, económicos o políticos.
Por eso, los intelectuales, los artistas, los activistas y en general todas las personas de buena voluntad del planeta, tienen el deber ineludible de exigir firmemente de sus gobernantes, sea cual sea su pretendido "color" político, la renuncia expresa a toda decisión que implique la creación o la perpetuación de cualquier tipo de conflicto que ponga en peligro el bienestar y la armonía del conjunto de cualquier comunidad de la sociedad planetaria. El método para lograrlo es muy sencillo y se llama simplemente: desobediencia pacifica activa.
EN CONCLUSIÓN
Para que los gobernados logren alcanzar este fin, un nuevo liderazgo mundial más avanzado, es absolutamente preciso convencerse de unas cuantas verdades universales:
1/ en un mundo inevitablemente globalizado, ningún pueblo puede, lógicamente, alcanzar su propio bienestar destruyendo el bienestar y la prosperidad de otro(s) pueblo(s).
2/ ninguna élite y ningún gobernante puede hacer uso de un poder cualquiera si carece de la obediencia o de la sumisión de sus allegados o gobernados.
3/ en cualquier conflicto armado, los verdaderos valientes no son los que empuñan las armas sino los que rehúsan hacerlo. Siendo nuestra autentica patria el mundo, los patriotas son los que defienden la vida de cualquier ser humano y no la preeminencia de una determinadas élites nacionales inmersas en una lucha con otras élites foráneas, ya que ambas son partes de un mismo pueblo grande que es la humanidad.
4/ ningún pueblo que se niegue a obedecer puede ser sometido por mas amenazas que esté sufriendo. El precio de la insubordinación nunca podrá ser mayor al de la sumisión, particularmente en el caso de un conflicto armado cuando todos, tanto los que luchan con las armas como los que lo hacen con la inteligencia, tienen la misma probabilidad de enfrentar la desolación o la muerte.
En otros términos, para todos los pueblos, todos los gobernados del planeta y todos sus gobernantes, ha llegado la hora de rechazar definitivamente la sumisión a la cultura agresiva, competitiva, asumida hasta ahora y de substituirla sistemáticamente por una cultura del dialogo, de la colaboración y del consenso. Solamente asumiendo esta realidad, que los verdaderos artistas e intelectuales honrados no se cansan de pregonar, se podrá empezar a fortalecer y culminar la creación de una sociedad planetaria armoniosa cuyo amanecer es, sin lugar a duda, ineludible. Cualquier otra opción estará condenada al fracaso y por tanto, el nuevo orden mundial que regirá la sociedad de mañana no puede ser otro que la materialización de la exigencia fundamental de todos los pueblos soberanos: LA PAZ.