Friday, August 30, 2024

LA SOCIEDAD PLANETARIA: PERSPECTIVAS FUTURAS


Desde el final del siglo XIX y coincidiendo en el tiempo con el nacimiento de la cinematografía, la emergencia de una sociedad planetaria es una realidad histórica ineludible que no puede dejar a nadie indiferente. 
Desde entonces, esta sociedad está en construcción. Es un proceso permanente, laborioso, sumamente conflictivo, que acumula tremendos enfrentamientos entre los diversos grupos humanos que lo protagonizan, hasta el punto de aparecer todos ellos como totalmente desnortados y por tanto incapaces de entender la naturaleza profunda de un proceso inevitable.
Este texto es un intento de arrojar algo de luz al respecto, desde el punto de vista último del Arte y de la Ciencia, dos ámbitos que conforman los pilares esenciales de la totalidad del conocimiento humano, revelando con precisión la dirección seguida por la evolución constante de la humanidad.


UNA SOCIEDAD PLANETARIA EN CONSTRUCCIÓN

La primera referencia para definir lo que es una sociedad es la de un conjunto de individuos que conviven bajo normas comunes. La segunda característica destacable es la idea de cooperación necesaria entre estos individuos, algo que se deriva directamente de la etimología de la palabra misma, procedente del sustantivo latino socius ("camarada, amigo, aliado").
 
Por tanto, la tarea de construcción de una sociedad implica la colaboración entre todos sus miembros  para elaborar, juntos, normas comunes de convivencia... y atenerse a ellas. Es toda la humanidad la que no tiene mas remedios que convivir en el planeta. Esta tarea empezó, institucionalmente, con el establecimiento, por parte de representantes de los principales estados colonialistas del momento, de una corte de arbitraje para tratar conflictos internacionales, a finales del siglo XIX. 




En efecto, como señalamos en anteriores textos publicados en este blog, es la  Corte Permanente de Arbitraje de La Hayacreada en 1899, la que puede ser considerada como el primer embrión institucional de esta sociedad. A partir de la constitución de esta Corte, a continuación y en paralelo, se han ido desarrollando, con el paso del tiempo, varias instituciones internacionales, encaminadas a dotar de estructuras operativas esta sociedad. Actualmente se puede decir que es la ONU, con todas las instituciones relacionadas, la organización que impulsa en gran medida este proceso.

Sin embargo de momento, no se ha llegado a articular con claridad y contundencia estas normas comunes, necesarias, bajo las cuales el conjunto de la humanidad está llamada a convivir. Por eso decimos que la sociedad planetaria, aunque siendo una realidad emergente, está todavía en proceso de construcción. Y solo llegará a ser plenamente una sociedad el día en el que estas normas se promulgan, queden aprobadas y aplicadas por todos los actores protagonistas de este proceso de construcción.


LOS PROTAGONISTAS DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN

El conjunto de individuos que conviven actualmente en la sociedad planetaria, está enmarcado en una multitud de sociedades parciales: locales, nacionales, regionales, multinacionales, regidas cada unas por normas especificas muy dispares, que suelen reflejarse en las distintas disposiciones jurídicas ligadas a un ámbito territorial determinado,  en su origen principalmente de carácter estatal, luego desarrolladas a través de tratados, convenios y convenciones interestatales.

Con la evolución constante de unas relaciones transnacionales que alcanzan e implican a todas las sociedades del planeta, precisamente desde el apogeo del colonialismo en el siglo XIX, ha ido surgiendo el concepto de "derecho internacional", que se presenta a su vez como primer embrión de estas normas comunes para todos, llamadas a ser explícitamente formuladas. 



Para muchos especialistas sin embargo, este supuesto derecho internacional, dista mucho de ser un ordenamiento jurídico eficiente, ya que se basa esencialmente sobre la interpretación de una serie de convenios suscritos voluntariamente entre distintos gobiernos, a lo largo de los años, en ámbitos diversos y dispares.

Por tanto, de hecho, los estados y sus respectivos gobiernos son los primeros protagonistas del proceso de construcción de la sociedad planetaria. En la actualidad, es en los distintos organismos de la Organización de las Naciones Unidas, que agrupa unos 194 estados, donde se originan las iniciativas tendentes a armonizar los componentes de una jurisdicción universal. Pero todo se hace fundamentalmente en forma de recomendaciones a los estados miembros, ya que las resoluciones de la Asamblea General no tienen un carácter vinculante y las que emanan del Consejo Permanente de Seguridad o de la Corte Internacional de Justicia, cuando pretenden tenerlo, son frecuentemente ignoradas por los interesados.

Por otra parte, no es nada raro que estos mismos estados alteren o renuncien a su adhesión a convenios y tratados, en función de los aleas de su política interna, con los consecuentes cambios de gobiernos que afectan a todas las naciones. Y en cada una de ellas podemos observar que son, claramente, los postulados mas radicales de la ideología nacionalista, los que frenan e impiden un progreso armonioso del proceso de construcción de la sociedad planetaria.


EL PROBLEMA DE LA IDEOLOGÍA NACIONALISTA

No hay ninguna sociedad donde no se sacralice el sentimiento nacionalista, patriótico, como elemento imprescindible, vertebrador de la cohesión social. El "amor a la patria", el apego a "las tradiciones", la exaltación de las diversas "señas identitarias", son valores presentadas como incuestionables e inculcadas a cada generación como referentes vitales esenciales. De todas estas ideas, de todos estos sentimientos, se nutre la ideología nacionalista que, en sus formas mas radicales, conforma unas actitudes xenófobas, sectarias y excluyentes, fuentes de discriminaciones diversas en el seno de cada sociedad.

Más allá de esto, la ideología nacionalista, en las relaciones internacionales, encubre el afán hegemonista de los círculos de poder con mayor pretensión planetaria, en particular en el seno de los estados más poderosos, imbuidos todos de un persistente sentimiento de superioridad. Una pretendida defensa de la "seguridad nacional" se convierte así en el pretexto idóneo para implementar una serie de medidas, discriminatorias o represivas, al servicio de intereses espurios. 



Para avanzar en el proceso de construcción de la sociedad planetaria es por tanto necesaria una decidida relativización de estos planteamientos ideológicos, para adecuarlos a la realidad social presente en la actualidad a lo largo y ancho del planeta. Esta realidad evidencia la multiplicidad y la diversidad de los referentes culturales en el seno de cada sociedad, reflejos de la diversidad planetaria, fruto de las constantes migraciones, de la imbricación exponencial de los intercambios de toda naturaleza entre pueblos y en definitiva, de una evolución global irreversible de la movilidad.

Los referentes culturales son vehiculados por los artistas del nuevo Arte. En cada sociedad local, los nuevos artistas poseen todos una conciencia global de la realidad, que impregna su obra y en consecuencia la cultura propia de su comunidad. De este modo, con el desarrollo imparable de las nuevas tecnologías de creación y de comunicación, es todo el planeta que entra a formar parte del horizonte vital de las personas, sea cual sea la sociedad en la que viven, contribuyendo así a la relativización de los postulados nacionalistas. 

Bien es sabido que no se puede amar lo que se desconoce. Durante muchos siglos todos los seres humanos solo han podido conocer una parte ínfima del planeta. Las tierras de su pueblo, como mucho el territorio abarcado por su comunidad lingüística y los miembros de la misma conformaba el universo donde transcurría la integralidad de la vida de la mayoría de los individuos. Y todo lo demás, lo desconocido, lo lejano, lo extraño, lo diferente, ha sido sistemáticamente demonizado, socialmente rechazado, como lugar de procedencia por excelencia del mal y de alguna amenaza potencial. Por desgracia, este fundamento espiritual muy primitivo perdura todavía en la ideología nacionalista en todas sus variantes.

Sin embargo la evolución imparable del Arte, de la Ciencia y del conocimiento en general, ha permitido que en este siglo XXI, cualquier ser humano que se lo propone puede llegar a tomar conciencia de la totalidad el planeta, viajar a prácticamente cualquier punto del globo, aprender de todas las culturas y compartir ideas, pensamientos, conocimientos, sentimientos, con cualquier semejante. Se trata, sin duda alguna, de una abertura irreversible del horizonte existencial del ser humano. La humanidad, por fin, parece alcanzar el punto anhelado por los utopistas anarquistas del siglo XIX, que formularon la sentencia: "mi patria es el mundo, mi pueblo la humanidad". Desde la estación espacial internacional, todos los astronautas están imbuidos por el profundo sentimiento de unidad que implica la disolución de unas fronteras artificialmente creadas por los estados.

Y esto sucede por una sencilla razón, que ningún credo nacionalista puede anular: es que efectivamente, cualquier ser humano puede llegar a amar al mundo como a su propia patria, a la humanidad como a su propio pueblo. Se plantea así, en la conciencia colectiva de las nuevas generaciones y a pesar de ciertas resistencias particularmente feroces, el progresivo declive de la retrograda ideología nacionalista. En las mentes más lucidas y conscientes de la dinámica evolutiva imperante, se  advierte el avance irreversible de los planteamientos de una ideología internacionalista cuya existencia ha transcurrido históricamente en paralelo a la de la ideología nacionalista.


PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA IDEOLOGÍA INTERNACIONALISTA

Es en 1864 que se constituye la que muy probablemente es la primera  organización internacionalista. Es una organización no-gubernamental, fundada por activistas del movimiento obrero, en lucha contra el capitalismo, el imperialismo, el colonialismo y el nacionalismo. Hablamos de la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), conocida como Primera Internacional, en el seno de la cual se produjeron históricos debates, entre partidarios de dos grandes teóricos del movimiento obrero: Karl Marx y Mijaíl Bakunin.



De la misma manera que se observan muchas variantes de la ideología nacionalista, en función del uso que hacen de ella determinados círculos de poder, la ideología internacionalista presenta, según tiempos y lugares, interpretaciones muy variables. Todas sin embargo parten de una misma aprehensión de la realidad : el mundo es uno y la humanidad es una, mas allá de su evidente diversidad.

De alguna manera se puede considerar que, en el presente, la ONU es la principal organización institucional de carácter internacionalista. Así, en el preámbulo de su carta fundacional, publicada en 1945, se compromete:

"... a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza armada sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos...". 

79 años después, a la vista de los mas de 50 conflictos armados que azotan actualmente al mundo, solo se puede constatar que los postulados esenciales de esta declaración, no han sido asumidos por todos, o ninguno, de los gobiernos de los estados que la suscribieron.

Por tanto queda claro que la primera meta, de cara al futuro, para los valedores de la ideología internacionalista, es sencillamente la de lograr la plena implementación de los mandatos de la Carta de la ONU, como ejercicio básico de coherencia democrática, por parte de los gobiernos de los estados, que son los protagonistas del proceso de construcción de la sociedad planetaria.




Este cometido es responsabilidad en primer lugar de los 5 países más influyentes, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a vetos: EEUU, Federación Rusa, China, Reino Unido y Francia. Como líderes mundiales corresponde a sus gobernantes liderar el proceso de construcción de la sociedad planetaria. Ha llegado la hora de movilizar la sociedad civil para exigirles que lo hagan, alejándose de los planteamientos nacionalistas, sin hipocresía, de manera eficiente, por coherencia y respecto a la voluntad del amplio conjunto de la humanidad.


BLOQUEO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD PLANETARIA

Para que los protagonistas consigan avanzar en la construcción de esta sociedad, es absolutamente necesaria una voluntad política clara en este sentido, inequívoca, por parte de los gobiernos de los 5 países mencionados anteriormente. Se trata sencillamente de elaborar  una visión compartida de futuro político para el conjunto de la humanidad, sobre la base de un ordenamiento jurídico solido, consensuado, aprobado y respectado por todos: es decir establecer como vinculante un autentico Derecho Internacional.

Sin embargo, como todo el mundo sabe, este grupo de 5 países, está actualmente profundamente dividido entre dos bloques claramente enfrentados: EEUU, Reino Unido y Francia por un lado, versus Rusia y China por otro. Mientras perdure este enfrentamiento estéril, no habrá posibilidad de avanzar decididamente en la construcción de la sociedad planetaria y seguirán los conflictos, sin viso alguno de resolución.

Cabe recordar sin embargo que la posición que ahora ocupan estos 5 estados se debe a que fueron, en algún momento, aliados. En el curso de la segunda guerra mundial, juntos derrotaron a países como Alemania, Japón e Italia, países ahora firmes aliados del bloque occidental. Nada mas finalizar la guerra, en 1945, estos vencedores impulsaron juntos la ONU. Pero enseguida debutó un enfrentamiento entre EEUU y la entonces Unión Soviética liderada por Rusia, en lo que se conocerá como "guerra fría". Quedó así en evidencia que los postulados internacionalistas, claramente expresados en la Carta fundacional de la ONU, frutos de la conmoción que produjo la barbarie desatada durante los 6 años de guerra y ampliamente respaldados por la población mundial, quedaron desde el inicio en papel mojado, para los gobernantes de muchas naciones. 


El internacionalismo propio de la ideología comunista soviética, compartido por el gobierno chino de Mao Tse Tung, constituido en 1949, chocó frontalmente con la voluntad hegemonista del capitalismo anglo-sajón y de sus aliados ideológicos. En efecto, el componente ideológico globalista de estos últimos se sustenta sobre alianzas militaristas diversas, integración económico-financiera referenciada en el uso del dólar estadounidense y el desarrollo de una cultura universal asociada al uso generalizado del idioma ingles... De aquí su evidente finalidad hegemonista.

En la actualidad las relaciones entre los dos bloques, lejos de mejorar, parecen estar a punto de alcanzar un nuevo estado de crisis especialmente peligroso, acercando incluso la amenaza de una tercera guerra mundial que la humanidad no se puede permitir.

A pesar del falso argumento que atribuye un afán imperialista al gobierno ruso a raíz de la guerra en Ucrania, parece claro que la principal responsabilidad de esta preocupante situación recae indudablemente sobre el fallido liderazgo mundial ejercido, durante todos estos años, por los EEUU. En efecto, que se comparta o no la implementación de la cultura política desarrollada por la ideología comunista, por la extinta Unión Soviética o por la actual República Popular de China, justo es de constatar que son los EEUU y sus aliados los que no han cesado en su política agresiva hacia estos dos países, a lo largo de mas de 7 décadas.



Al contrario de la política exterior estadounidense, caracterizada por un discurso público de defensa de las libertades y de los valores democráticos, acompañado de una injerencia directa y sistemática en los asuntos internos de la práctica totalidad de los países del mundo, la orientación fundamental de la política exterior, tanto de Rusia como de China, ha sido y sigue siendo, de defensa a ultranza de su propia independencia, de propuesta de una coexistencia pacifica, ejerciendo a la vez una firme oposición a las pretensiones hegemonistas del conjunto de países capitaneados por EEUU, claramente constatables en los tres aspectos fundamentales de las relaciones de poder: militar, económico-financiero y mediático-cultural. 

No hay en consecuencia una responsabilidad compartida por igual entre los dos bandos enfrentados en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU. Lógicamente esta responsabilidad solo es imputable al miembro más poderoso, desde su fundación y hasta el día de hoy, de la organización: los Estados Unidos de América, y solidariamente, a todas las naciones que, por diversas razones y circunstancias, secundan activamente su política exterior.

Esta realidad está resultando cada día más obvia para los gobiernos de una mayoría de países miembros de la ONU, que acogen con agrado la propuesta de "comunidad de futuro compartido", formulada por el líder chino Xi Jinping, y participan de las diversas iniciativas asociadas, en términos económicos, medioambientales y culturales. Esta misma realidad es la que está propiciando el diagnostico generalizado de "decadencia global del liderazgo occidental" que pone en evidencia la necesidad urgente, que tiene el bloque occidental, de reconsiderar en profundidad su actuar en el seno de la sociedad planetaria.


LA NECESARIA RENOVACIÓN IDEOLÓGICA DE OCCIDENTE

Frente a la loca amenaza, planteada cada vez con mas frecuencia por distintos círculos de poder occidentales, de estallido de una nueva guerra mundial, de tremendas consecuencias e incierto desenlace, conviene apelar una y mil veces a la cordura, a una amplitud de miras y a la responsabilidad, de todos los gobernantes.

La ideología capitalista liberal, que caracteriza la cultura política de occidente, coloca la economía, entendida como fuente inagotable de beneficios financieros, en el corazón de toda la actividad política institucional. En la practica totalidad de las decisiones políticas, el criterio económico es el determinante. Así, en los países occidentales, los círculos de poder económico-financieros prevalecen, condicionan o directamente subordinan, los círculos de poder políticos, institucionales (legislativos, ejecutivos, judiciales) y por supuesto, por pura necesidad, los poderes mediáticos-culturales.

Uno de los ejemplos más elocuente de esta realidad es, sin duda alguna, la decisiva influencia que ejerce sobre la política y los medias estadounidenses, los accionistas del gigantesco complejo industrial militar de aquel país. Cuentan con corporaciones que manejan presupuestos muy superiores a los de la mayoría de los países del mundo. Y, obviamente, la prosperidad de este importante sector industrial depende en su totalidad de la perpetuación de los conflictos armados, a lo largo y ancho del planeta, tarea que queda encomendada al desarrollo de la política exterior del gobierno. Bajo el pretexto siempre proclamado de "defender las libertades y la democracia", el poder militar se pone al servicio de una política hegemonista de sumisión económica y cultural de la totalidad del planeta. 

He aquí el principal circulo vicioso que occidente debe de romper definitivamente para iniciar su renovación ideológica. Y sin embargo, peligrosamente, estamos asistiendo a un proceso totalmente opuesto, de desarrollo sin precedente de los presupuestos y gastos militares, en todas partes. Una decisión que los políticos occidentales no dudan en justificar con el manido y pérfido argumento, formulada en Roma al final del siglo IV, que reza: "Si deseas la Paz, prepárate para la Guerra". 

Cuesta mucho entender tal magnitud de ceguera ideológica entre unas élites políticas occidentales que aparecen, de facto, como totalmente subyugadas por los círculos militares mas estrechamente ligados a ciertos intereses económico-financieros, en contra del sentir mayoritaria de las poblaciones que pretenden, "democráticamente", representar.

Los lideres y en general el conjunto de las élites occidentales, se deben de considerar cabalmente la emergencia irreversible de un mundo multipolar, y asumir que las naciones occidentales nunca mas podrán seguir ejerciendo el papel protagonista que han tenido y disfrutado, a lo largo de los últimos siglos, ni siquiera desatando, desesperadamente, un nuevo conflicto de dimensiones planetarias.

De este ejercicio de renovación ideológico, basado en una comprensión profunda de la dinámica internacionalista que impulsa la construcción ineludible de la sociedad planetaria, depende inevitablemente la bondad del futuro que espera a las poblaciones del hemisferio occidental.


ASPECTOS IDEOLÓGICOS DEL BLOQUE ORIENTAL

En el "bloque oriental", chino-ruso, destaca sin duda el asombroso éxito que está cosechando la gestión del liderazgo ejercido por el Partido Comunista de China, desde su ascensión al poder en 1949. Se trata de un hecho universalmente reconocido.

En occidente, muchos analistas coinciden en atribuir gran parte de este éxito al abandono, por parte del PCCh, de la ortodoxia marxista en materia económica, iniciado al final de la década de los años 70 del pasado siglo, bajo el mandato de Deng Xiaoping. Sin embargo parece muy discutible la afirmación de que, desde entonces, "China es un país capitalista", incluso cuando se matiza añadiendo "… en lo económico".
 


En efecto, si bien es cierto que las reformas económicas implementadas incorporan medidas propias de la economía capitalista occidental, hay un aspecto fundamental que marca una diferencia incontestable y no es otro que la subordinación de los poderes económicos al poder político, cosa que, como acabamos de señalar, no suele suceder en el ámbito occidental.

Esta primacía absoluta del poder político sobre los demás centros de poder, militares, financieros y mediáticos, se advierte también en la actual Federación Rusa gobernada por el presidente Putin. Es un hecho de carácter cultural, seña de identidad del bloque oriental, cuyo origen pertenece en gran medida a la ideología marxista del PCCh y de la extinta Unión Soviética, que atribuye el monopolio del ejercicio del poder a las instituciones del estado. 

En este ámbito ideológico es toda la actividad, publica y privada, que queda subordinada a las decisiones políticas del gobierno, dibujando así el carácter "autoritario" que se atribuye, desde la perspectiva occidental, a los regímenes del bloque oriental.

Las consecuencias de esta praxis del poder, afectan a la totalidad de la vida de las personas, su libertad de movimiento, de emprendimiento o de expresión, por conllevar la persecución de toda actitud contraria a las decisiones tomadas por el gobierno y trasladadas al ordenamiento jurídico, muchas veces sin previo debate público verdaderamente transparente. Se antepone siempre a la libertad individual, la responsabilidad colectiva, tal como queda establecida por los actores del poder político. No queda espacio útil para cualquier forma de disidencia u oposición, ni individual ni colectiva. 



Sin embargo es preciso reconocer que cuando las decisiones políticas adoptadas son socialmente acertadas, favorecen el desarrollo económico y el bienestar general de la inmensa mayoría de la población, esta forma de gobernar se revela como tremendamente eficiente para alcanzar los objetivos fijadosLas protestas populares son escasas, atentidas con rapidez cuando se estiman legitimadas, duramente reprimidas cuando se estima que no lo son. Reina el orden y la seguridad de las personas, estadísticamente muy por encima de los niveles alcanzados en los países occidentales autodenominados democráticos. Es, sin lugar a duda, lo que viene evidenciando la gestión desarrollada, a lo largo de los años, por el PCCh.                                                                                              
Así las cosas, no hay duda de que, tanto los países del bloque oriental como los del bloque occidental, deben de encontrar la manera de avanzar juntos en una misma dirección, para lograr el establecimiento de una sociedad planetaria armoniosa y respetuosa de la diversidad cultural esencial, propia del conjunto de la humanidad. Y aunque asombrosamente ignorada, burlada y menospreciada,  esta dirección está ya sin embargo claramente establecida desde el final del siglo XVIII, reafirmada, actualizada y concretada al poco de finalizar la segunda guerra mundial... solo queda valorarla, seguirla con firmeza, sin titubeos.


PRINCIPIOS UNIVERSALES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD PLANETARIA

Como señalábamos al empezar este texto, toda sociedad se compone de un conjunto de individuos que rigen su convivencia en base a unas normas comunes. Al día de hoy las únicas normas claras que han sido suscritas por todos los protagonistas de la construcción de la sociedad planetaria, los estados miembros, son las que recoge la "Declaración Universal de Derechos Humanos" aprobada por la ONU, organización internacionalista, en 1948.



Son unos principios que, inspirados en la primera "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano" promulgada por la Asamblea Nacional francesa en 1789, adquieren un carácter universal y están siendo llamados a orientar las normas de convivencia en el seno de la sociedad planetaria. Por tanto, tienen que estar plenamente asumido por todos y en primer lugar por los gobiernos de los estados mas poderosos, independientemente de su cultura política.

Sobre el papel, todos los países miembros de la ONU se adhieren a los 30 artículos formulados en esta declaración. Sin embargo, en la realidad cotidiana, reflejada en las disposiciones jurídicas y en las sentencias judiciales pronunciadas en cada estado, ninguno aplica estrictamente las directrices que esta declaración recoge. En 155 países la violación de estos derechos es incluso preocupante, según acreditan varias asociaciones de defensa de los derechos humanos. ¡Son mas de las 3/4 partes de los estados miembros de la ONU! Claramente, esta realidad no se corresponde en exclusiva con regímenes "autoritarios" sino también con países "democráticos"incluido los propios Estados Unidos de América.

Es hora de que esta situación insoportable deje de prevalecer. Los estados, todos los gobiernos de los estados, deben de empezar a priorizar, en cada unas de sus actuaciones, el cumplimiento estricto de la declaración universal de derechos humanos de la ONU.

En este sentido, como primera medida urgente, se impone una revisión exhaustiva de todas y cada una de las jurisdicciones estatales para desterrar de ellas cualquier disposición contraria a los principios enunciados en la Declaración.

La segunda sería colocar, en todas parte, la enseñanza de los derechos humanos en el centro de la educación de las nuevas generaciones. Muy por encima de la enseñanza de los valores patrióticos o religiosos, que siguen siendo en la actualidad las principales fuentes de adoctrinamiento, responsables de la mayoría de los conflictos en el seno de la sociedad planetaria. Estos valores no son en esencia incompatibles entre si sino, al contrario, perfectamente complementarios. La Declaración reconoce y pide explícitamente el respecto, tanto al derecho a la libertad religiosa o ideológica, como a la singularidad cultural propia de todas las patrias. Simplemente rechaza claramente cualquier superioridad de unas respecto a las otras y proclama la igualdad intrínseca de los derechos de todas y cada una, en el ámbito planetario.

No hay duda de que para implementar estas tareas ineludibles, se debe de plantear una reforma profunda del funcionamiento actual de la ONU para dotar a la organización de una potestad de la que adolece en la actualidad. Esta es la senda a seguir de cara al futuro, la única posible, impuesta por la evolución inherente al desarrollo de una humanidad condenada a construir la sociedad planetaria. Y es del todo preciso evitar, por todos los medios, que la realización de este objetivo fundamental sea finalmente alcanzada al termino de una nueva guerra mundial, que demasiados círculos de poder irresponsables se atreven a plantear como poco menos que inevitable. Solo la movilización ciudadana y una presión constante, ejercida por las comunidades artísticas y científicas, sobre los círculos de poder, en cada estado, puede lograr este avance decisivo en la construcción de nuestra sociedad planetaria.

Vincent J.M. Biarnès - 2023




Monday, January 8, 2024

ASESINOS DESATADOS EN PALESTINA

¿ASESINOS?... SI, ¡ASESINOS!


¿Qué añadir de nuevo, a la ingente cantidad de comentarios propiciada por los acontecimientos, que se suceden en Palestina desde el pasado día 7 de octubre ?

Muertos y más muertes que se añaden, se acumulan, minuto a minuto. Los asesinos están desbocados y sólo se puede esperar que les alcanza algún día el cansancio o el empacho... Mientras tanto, ¿Hay sitio para más palabras? 

Y sin embargo algo habrá que decir para intentar alumbrar algún tipo de horizonte racional que permita detener la locura asesina. Con este objetivo, la primera pregunta que se me ocurre plantear es la siguiente:

¿Cómo se puede convertir, de repente, tanta gente en asesinos? Porque no hay duda de que cada uno de los miles de muertos ha muerto a mano de un asesino, amparado por algún "autor intelectual" que también se debe de denunciar como asesino, ya que ambos actúan con clara y decidida intención de matar... Y esta es la estricta definición de la palabra. 


LOS HECHOS


El día 7 de octubre, cientos de milicianos palestinos, salieron de la franja de Gaza con sus armas y se dedicaron a matar de forma salvaje, cada uno de ellos, a ciudadanos israelíes, militares, civiles, niños, mujeres y ancianos. En respuesta a estos hechos brutales, las tropas del ejercito israelí, soldados del Tsahal y miembros de los cuerpos de seguridad, desencadenaron una lluvia de fuego sobre el territorio de la banda de Gaza, provocando la muerte de miles de ciudadanos palestinos tanto milicianos como civiles, niños, mujeres y ancianos. Todos estos muertos han sido asesinados por personas que esgrimen con convencimiento la "legitimidad" de sus actos, siguiendo instrucciones directas de sus respectivos lideres y gozando incluso del apoyo incondicional de la mayoría de los miembros de sus comunidades. 

UN PAR DE INCONGRUENCIAS


Para aplaudir de esta forma a unos asesinos convictos, ¿no será que estas comunidades aparecen como secuestradas, utilizadas y manipuladas, por unos dirigentes criminales, responsables de unas instituciones que presumen de ser democráticas, ya que todos, palestinos como israelís, ocupan sus puestos como consecuencia de algún proceso electoral? ¿O no? Vemos por tanto cómo, con aparente plena normalidad,  el principio democrático se pone al servicio de los asesinos. Es una realidad que, no siendo desde luego nada nueva, merece sin embargo de ser señalada como lo que debería de ser una primera incongruencia, ya que: ¿Cuál es el valor de la democracia cuando sirve para aupar al poder a criminales asesinos?

Por otra parte estos asesinos, en particular los lideres, proclaman todos su inquebrantable fe religiosa. Tanto unos como otros revindican, entre otras, las enseñanzas de un tal Moisés, universalmente conocido por haber formulado diez "mandamientos divinos", entre los que se encuentra el quinto, que reza sencillamente: NO MATARÁS. ¡No matarás! les ordena su Dios... Entonces: ¿Porqué matan? ¿Cómo puede un creyente declarado actuar como un asesino? He aquí por tanto una segunda incongruencia, básica, suficiente para deslegitimar definitivamente tanto los numerosos creyentes como las diversas instituciones religiosas que amparan sus acciones. En efecto: ¿Cuál es el valor de la religión cuando sirve para ensalzar a criminales asesinos?


UN MOVIMIENTO NACIONALISTA E ISLAMISTA QUE RECHAZA LA EXISTENCIA DE ISRAEL


¿Quiénes son los milicianos palestinos que perpetraron la demencial masacre del día 7 de octubre?

La mayoría son jóvenes, veintañeros o treintañeros, han crecido bajo la ocupación israelí, entre sucesivos episodios violentos, viven condenados sin remedio a una vida en semi-libertad, sin otro horizonte posible que una constante humillación y una perpetua marginación. El odio, la rabia y la frustración, que está situación inhumana les produce, los predisponen claramente a cometer los actos propios de un asesino fanatizado. 

Aunque fervientes musulmanes, no actúan por motivos estrictamente religiosos sino, ante todo, pretenden revertir la ocupación de los territorios palestinos por parte del estado de Israel. Pero no cabe duda que, a nivel personal, lo hacen sobre todo en un intento desesperado por dar algún sentido a su vida, convirtiéndose en héroes o mártires de la causa palestina... por medio del asesinato.

Sin embargo cabe  preguntar a los que los instruyen: ¿Qué clase de estrategia enrevesada puede dar por válida semejante masacre, para lograr la liberación de unos territorios usurpados? ¿Cómo se puede pensar que provocar reiteradamente el terror de la población israelí puede servir para que está renuncie a vivir en Palestina? Después de casi un siglo de ocupación, de continuos enfrentamientos armados, de una multitud de asesinatos y de hechos violentos, solo han crecido el sufrimiento del pueblo palestino, la extensión del territorio ocupado por el estado de Israel y la arrogancia perversa de los dirigentes sionistas. La inteligencia parece aconsejar no empeñarse en una vía estéril, que sólo ha procurado resultados nefastos para cinco generaciones de palestinos, y buscar urgentemente una forma radicalmente nueva de asegurar un futuro digno para todos y cada uno de los habitantes de Palestina.


ISRAEL: UN "ESTADO DEMOCRÁTICO" LIDERADO POR ASESINOS


¿Quiénes son los soldados del ejercito israelí?

Para contestar a esta pregunta conviene tomar en consideración varias realidades. 

Por un lado, es muy probable que no exista en el mundo algún país que no albergue una comunidad judía e Israel, cuya existencia se debe a la ideología sionista, es el único estado judío del planeta. Dentro de este marco, Tsahal se define como el ejercito de todos los judíos. De allí que sus efectivos provienen de cualquier parte del mundo. Todos acuden a Israel con la voluntad de "defender" su pueblo de los continuos ataques de unos "terroristas palestinos", que rechazan la creación, en 1948, de un estado que niega su identidad y sus derechos mas elementales. 


Por otro lado es preciso recordar que, sin embargo, no todos los judíos comparten la ideología sionista, como tampoco todos los sionistas son exclusivamente de ascendencia judía, por razones económicas y geopolíticas que trascienden el estricto carácter identitario de la ideología. Esta realidad choca frontalmente con el discurso de los dirigentes israelís que tratan siempre de ocultarla, que tachan, sistemáticamente, de antisemitismo, cualquier opinión contraria a sus actuaciones, que se erigen como únicos líderes del pueblo judío y pretenden abusivamente monopolizar su representación.

Sin embargo es tiempo, para estos dirigentes sionistas, de reconocer que, 85 años después de la proclamación del estado de Israel, en ningún momento ha resultado ser un refugio seguro para el pueblo judío. La sociedad israelí siempre ha vivido, vive y seguirá viviendo, mientras no se resuelva el conflicto, bajo la amenaza de las acciones violentas de la resistencia palestina. La juventud está ampliamente militarizada, obligada a cumplir con un servicio militar de 3 años para los varones y 2 años para las mujeres antes de pasar a formar parte de la reserva. En el día a día y para la mayoría de la población, el sueño sionista de hogar seguro está resultando ser una auténtica pesadilla. La descomunal matanza que las fuerzas israelís están llevando a cabo en Gaza, lejos de conseguir los objetivos proclamados de acabar con Hamas y las milicias palestinas, no hace mas que reforzar el odio y el deseo de venganza entre una población palestina desesperada a mas no poder. Asombra al mundo entero el nivel de crueldad, de ceguera persistente y de creciente locura paranoica que embarga la mente de los dirigentes sionistas. 


PERSPECTIVAS HISTÓRICAS


Como todo el mundo sabe, es la materialización del ideal sionista, la creación del estado de Israel, el origen de todo el conflicto que hoy en día presenciamos. La materialización de este ideal sobrevino en un momento histórico muy concreto, el final de la segunda guerra mundial y la consecuente revelación de la Shoah, el demencial holocausto desencadenado por el nacional-socialismo hitleriano. Estas circunstancias facilitaron en gran medida la aceptación, por parte de los círculos de poder internacionales, de los postulados sionistas de creación de un estado, "hogar para los judíos", en Palestina. 

Sin embargo, esta realidad histórica enlace con otra, la del estatuto del territorio palestino, que se enmarca dentro del fenómeno colonial. Desde el siglo XVI, el territorio formó parte del imperio Otomano. Al finalizar la 1ª guerra mundial, en 1917, pasó a estar administrado por el Reino Unido, un país de sobra conocido por liderar una potencia colonial de primer orden: el imperio británico. Y en este caso muy preciso, conviene no olvidar que la expansión colonial británica fue sustentada en gran medida, durante todo el siglo XIX, por entidades financieras y comerciales muy ligadas a la comunidad judía británica como a las numerosas comunidades judías repartidas por el mundo. Como es sabido, el barón Rothschild, banquero oficial de la corona británica, fue, entre otros, un sionista convencido que compró tierras y bienes en Palestina, ya en la época otomana. Estas circunstancias históricas, que enlacen estrechamente sionismo con colonialismo, permiten entender porqué la creación del estado de Israel desemboco, inevitablemente, en un conflicto que sigue vigente.


SIONISMO Y COLONIALISMO, UNA MEZCLA EXPLOSIVA


No cabe duda de que la mentalidad colonial, que considera natural la segregación selectiva entre colonizador y colonizado, impregnaba profundamente los planteamientos de la élite judía occidental que hizo posible la materialización del ideal sionista. En su imaginación, la población local de Palestina debía de ser tratada como cualquier población colonizada, a lo largo del último siglo XIX, por las potencias europeas. Y esta consideración ha imperado entre la clase dirigente israelí a lo largo de todos los años de existencia del estado de Israel. Hasta hoy en día, gran parte del actual gobierno contempla, con toda naturalidad, expulsar hacia terceros países la práctica totalidad de la población Palestina... la que logre sobrevivir a la masacre en curso. 

Estos planteamientos resultan lógicamente inaceptables a esta altura del siglo XXI, como lo demuestra el rechazo generalizado que enfrenta, en la ONU, la política del gobierno del señor Benjamín Netanyahu.

La resolución del conflicto pasa necesariamente por un cambio radical de enfoque, por parte de los dirigentes sionistas, que suponga el abandono definitivo de cualquier método colonial. Más allá de la solución de los dos estados, técnicamente inviable y de dudosa efectividad para resolver de una vez toda conflictividad, es la construcción de un estado pluriétnico, que integre armoniosamente a las dos comunidades, judía y palestina, la única salida coherente para el actual conflicto. Es sin duda la sola solución inteligente, de cara al futuro, que tenían que haber considerado los sionistas de la primera hora, para tener, acaso, alguna posibilidad de éxito.

Para que este enfoque, que casi nadie contempla, prospere, es preciso un relevo generacional, en los liderazgos de ambos bandos, con un cambio radical de mentalidad que se traduzca en una firme disposición a enfrentar con valentía este reto. Y por mas que esta hipótesis parezca irreal, lo cierto es que no hay ni habrá otra manera de poner definitivamente fin al conflicto, sin considerar sus pormenores desde la  incorporación de una perspectiva de futuro mucho mas amplia, planetaria, universal, que aboca al abandono definitivo, en cualquier territorio, de los nacionalismos políticos identitarios.


LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD PLANETARIA 

EXIGE EL FIN DE LOS NACIONALISMOS


Mas que nunca, las continuas migraciones que sacuden el planeta ponen en evidencia la caducidad de los planteamientos de la ideología nacionalista en todos los países del mundo. Aferrase a ellos, como lo hacen con virulencia los sectores mas conservadores y reaccionarios en cualquier parte, no puede más que perpetuar conflictos sin solución alguna.

El lema "un pueblo, una nación", que sustenta la ideología nacionalista, surgida al final del siglo XVIII, no tiene validez con respecto a la realidad sociológica mundial del siglo XXI. En prácticamente todos los estados actualmente constituidos, la población no pertenece a un solo pueblo, una sola raza, una sola etnia. Por tanto, las instituciones no pueden estar monopolizadas por una parte excluyente de la población, aunque esta sea la mayoritaria o la históricamente establecida en el territorio. El principio de igualdad entre todos los habitantes, en cada país, debe de estar escrupulosamente respectado en todas parte, como principio fundamental de los derechos humanos universales.

Esta es una reivindicación que conoce muy bien el pueblo judío. Ya que si bien es cierto que, a lo largo de la historia, sus comunidades han sido perseguidas, no lo es menos que, en la actualidad, están perfectamente integradas en la sociedad de numerosos países. E incluso, en muchos de estos, sus miembros destacan por ocupar un lugar privilegiado en los círculos de poder. No pueden los israelís negar por más tiempo a los palestinos lo que el pueblo judío ha pedido por el, a lo largo de su historia. Por tanto, este cambio de mentalidad, el abandono de las tesis nacionalistas excluyentes, el reconocimiento de los legítimos derechos de todas las minorías, que se está dando progresivamente en todo el mundo, debe de darse también en Israel-Palestina donde, paradójicamente, una minoría judía intenta, desde hace un siglo, avasallar a una mayoría palestina.

Hay evidencias de una realidad incontestable: la pluralidad, la diversidad, la tolerancia, el respecto mutuo, fundamentan universalmente la riqueza, el bienestar y el dinamismo de toda sociedad. Y esto es precisamente lo que sucede con la sociedad planetaria que, a pesar de todo, avanza a pasos agigantados. Este hecho conduce a lo que el actual líder chino, el comunista Xi Jinping, ha planteado al mundo como "una comunidad de futuro compartido para toda la humanidad", contribuyendo de esta manera, significativamente, a una general toma de conciencia al respecto. 

Solo cabe esperar un enfoque similar en los círculos de poder del bloque occidental capitalista, liberal, heredero de la ideología colonialista y auto-proclamado democrático. Una practica democrática al nivel mundial debe de traducirse por el abandono de actitudes coercitivas unilaterales para convertirse en políticas concretas, eficientes, destinadas a fomentar la cooperación, la convivencia, la coexistencia pacifica entre comunidades o entidades plurales y diversas.

Ha llegado la hora de asumir de que no se puede seguir tratando de resolver los problemas de convivencia entre grupos humanos con el uso asesino de la fuerza y socialmente destructivo de las discriminaciones. Este convencimiento que se extiende, poco a poco pero irremediablemente, entre la población del planeta, se tiene que trasladar pronto, con absoluta firmeza, a todos los mandatarios y gobernantes, en cada uno de los países. Las opciones militares tienen que desterrarse de la política, por completo y de una vez para siempre. Lo tienen que asumir todos los gobernantes, incluso los que consideran que pertenecen a un supuesto "pueblo elegido" por su Dios... Si existe algún "pueblo elegido", este no puede ser otro que el  conjunto de la humanidad. No hay, ni habrá nunca, otro camino posible, para acabar para siempre con la funesta dictadura de los asesinos, que la humanidad, hoy en día, sigue padeciendo.

Vincent J.M. Biarnès